WBK: una oda a la inmor(t)alidad
Tuve el placer de asistir al lanzamiento de la
novela “Warm Blooded Killers: Asesinos” de los autores Sergio Amira y Martín
Muñoz. Pasados nueve días de su adquisición, tuve el tiempo para leerlo, y he
dejado pasar una semana para escribir esta opinión acerca del trabajo de estos
jóvenes autores.
Siento que la novela es bastante vertiginosa, cosa
que se agradece a las nuevas plumas chilenas, pues pese a la extensión del
libro se lee de manera fluida y rápida; no encuentro en ella baches que hagan
tropezar dentro de la velocidad que los autores decidieron imprimir en su
trabajo. Siento además que se nota la presencia de dos plumas en vez de una, al
ver los distintos escenarios en que se desenvuelven los protagonistas, y las variopintas
personalidades de quienes interactúan con ellos: sexo, muerte, destrucción,
enajenación, ciencia ficción, esoterismo; sin embargo, creo que se dieron el
tiempo de hacer un trabajo de joyería para poder fusionar esos dos chorros de
ideas en un solo torrente final que no se nota forzado. Terminado el libro, y
luego de darle un par de vueltas, dos son los conceptos que se quedaron en mi
mente, y que son los que titulan esta opinión: inmortalidad e inmoralidad.
¿Cómo puede una novela de asesinos, en que el
lector debe cada cierto tiempo secar de sangre y fluidos corporales las suelas
de sus zapatos, tener relación con la inmortalidad? Los protagonistas de este
libro, todos asesinos, no tienen apego a la vida ni miedo a la muerte, y es
ello justamente lo que los liga a la inmortalidad. Al leer WBK siento que los
personajes ven a la muerte como parte de un proceso y no como el fin de un
camino, y es esa consideración, lo que me hace sentir esa relación con la
inmortalidad.
¿Cómo puede una novela de asesinos y de sexo, en
que los litros de sangre apenas logran superar por pocos centímetros cúbicos a
los fluidos sexuales, tener relación con la inmoralidad? La moral es un
concepto que durante las últimas décadas se ha visto sometido a un salvaje
relativismo, en que la calificación de un hecho depende de las circunstancias,
de atenuantes y agravantes, y no de su esencia; es ese relativismo, esa
acomodación a nuestros intereses de ese tiempo y lugar, lo que hace que la
moral hoy en día se haya convertido casi en un concepto ambiguo. En esta
novela, el sexo y la muerte tienen en gran parte una connotación funcional,
pues cada muerte y cada relación sexual desencadena un hecho importante para la
trama, y que termina siendo imprescindible para la continuidad de los hechos:
ninguna escena de esta obra falta o sobra. Así, basado en el relativismo moral
actual, y atendiendo a que lo “moral” es lo que me conviene según las
circunstancias, lo que la hace cambiante, y viendo que los personajes de esta
novela siguen siempre una misma línea, es que siento que el texto termina
siendo una oda a la inmoralidad.
Siempre he sentido que un libro es bueno para un
lector en particular, cuando ese lector termina de leer el texto y cree no
haber perdido su dinero al comprarlo ni su tiempo al leerlo. Fue eso lo que me
pasó con WBK, pasé un buen rato, y lo sentí como una inversión más que como un
gasto. Cómprenlo y léanlo, si les gusta la literatura vertiginosa, no se
arrepentirán.
Etiquetas: Literatura