Anima y Animus

Las dos mitades del alma que se complementan en la unión sexual según Jung. Para él, los hombres y las mujeres tenemos un alma incompleta, la mitad de un alma como tal. Esa mitad está en espera de encontrar su complemento en el otro sexo. Con un cierto parecido a las dos mitades de la realidad de los chinos, el ying y el yang, el anima (mitad masculina) y el animus (mitad femenina) buscan su complemento para lograr ser un alma en plenitud; pero esta plenitud se encuentra solamente en la unión física, en el acto sexual. Tal vez nuestra concepción del sexo sea algo limitada, y esta teoría parezca algo fuera de lo común, o una buena excusa para justificar todas las enseñanzas de Freund (que como es sabido era amante de Jung, y cuyas cartas fueron publicadas hace varios años).

Pero si abrimos por un instante nuestras mentes, no tendría porqué estar tan fuera de nuestro sentido común. Si la tradición religiosa judeocristiana habla que el amor es el motor de la existencia del ser humano, y que el Creador hizo su obra y la mantiene por amor, y fue el Creador quien nos creó como somos desde el punto de vista físico, podríamos hasta llegar a comprender esta teoría dentro de ciertos márgenes. Pero por supuesto, esta teoría, como la gran mayoría de los postulados psicológicos, no son absolutos, y representan solamente la visión del autor y su escuela, con todas las limitaciones que ello implica.

Los que me conocen un poco más se preguntarán a título de qué escribí este post… en realidad, a título de nada. Me acordé de la teoría y me dio por escribirla. Creo que le llaman impulso. Por esta vez no hay pregunta, y obviamente se aceptan todos los comentarios y correciones.

Y obviamente tengo que seguir con la tortura, rebuznando algo. Obviamente pondré un tema que no tenga relación con el texto... o cuya relación sea sólo tangencial. En esta ocasión será Morir al lado de mi amor, de Demis Roussoss. A todo esto obviamente se deben haber fijado que utilicé la palabra "obviamente" en 4 oportunidades en estos dos últimos párrafos. Esto habla (obviamente) de lo poco obvio de todo esto. Saludos sangrientos...

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